Un poco de mí.
En mi familia no había afición por el ciclismo, de hecho nadie me inculcó el espíritu deportivo, creo que nací con él.
Ya de muy pequeño, sentía pasión por el ciclismo, recuerdo que mis juguetes favoritos eran unos ciclistas de plástico que venían en unos sobres que costaban cinco pesetas, y tenia un gran pelotón y me pasaba horas y horas tirado en el suelo haciendo carreras, escapadas, y esprines.
No creo que tuviese más de cinco años. Todavía conservo dos ciclistas de aquellos, los tengo delante de mi pantalla de ordenador.
Siempre soñé con ser ciclista profesional, pero era un sueño que se tenía que fraguar con el paso del tiempo.
Mis comienzos fueron con una bici parecida a una de carreras, todavía recuerdo que era de color rojo, y con unas ruedas que tenian una cubierta maciza de goma (nunca pinchaba) tendria yo cinco o seis años, recuerdo que mi madre me bajaba a un parque del barrio, y sin ningún tipo de ayuda ni ruedines de apoyo empecé a aprender el duro arte del dominio de la bicicleta pero todos los árboles se benian hacia a mi, pero con el tiempo fui aprendiendo a dominar esa endiablada maquina que poco a poco se me estaba metiendo en la sangre.
Fueron pasando los años, y esa bici quedo para el recuerdo, se me quedo pequeña, con unos once años pedí a mis padres por reyes una bici, “ que niño no quería una bici” el caso es que te la trajeran, y mi deseo se cumplió, era una bici de paseo de color naranja, la marca era” Giordani”. Con ella empecé a descubrir la libertad que me daba andar en bici, y poder ir a sitios que para mi eran impensables, por supuesto no se lo decía a mis padres por miedo a que me quitasen la bici y no me dejaran andar en ella.
Mi juego favorito encima de mi maquina era, que corría carreras, yo era siempre el protagonista, era el escapado, el perseguidor, el perdedor, el que ganaba una etapa, el que sufría, en definitiva el que se sentia lleno de pasion por lo que hacia.
Y como ley de vida los años fueron pasando, conocí a unos chicos de mi barrio que tambien tenia bici y nos íbamos juntos a hacer rutas por los alrededores de nuestro barrio, yo entonces vivía en Leganes, una zona donde si había afición por el ciclismo, pronto comenzamos a tomárnoslo mas enserio, y las escapadas cada vez eran mas largas.
Uno de mis amigos se metió en una escuela de ciclismo, yo como no podía por motivos de horarios, tuve que seguir por libre, pero los domingos salíamos juntos por las mañanas, al poco tiempo nos hicimos socios de un club,” Ciclos Bermejo” era una tienda de bicicletas que regentaba Pedro, que fue mecánico del equipo profesional Súper Ser.
Ya no me valía l bici de paseo, necesitaba una de verdad de carreras, pero de donde la sacaba? Mi padre no entendía muy bien eso de que yo quisiera ser ciclista, solo me quedaba ahorrar y poder romper la hucha cuando estuviese llena.
Un dia me encontré un cuadro de bicicleta de pista tirado en la basura, con ruedas incluidas, se me pusieron los ojos como platos, no me lo podía creer, como pude y muy artesanalmente, fui preparando el cuadro, lijándolo y posteriormente con un aparato que se utilizaba para matar chinches, a tipo de pulverizador fui pintando el cuadro, luego en el rastro compre los componentes que me hacían falta, quise montar yo la bici pero al final tuve que llevárselo al mecánico para que lo hiciese ya que yo no tenia ni puñetera idea, era mas la ilusión de hacerlo con mis propias manos que lo que sabia de mecánica de bici. Las ruedas funcionaban bien pero el problema es que eran de tubular, digo problema por el engorro de los pinchazos, que se tenía que descoser y coser, y echar el pegamento en la llanta y toda esa historia del tubular.
Esa bici no me duro mucho, pues todo eran problemas mecánicos con ella, el eje de pedalier estaba echo una pena.
Mi hermano, que al verme a mi metido en el ciclismo quiso imitarme, y como era mas ahorrador que yo, se compro una bici nueva marca Razesa, que al final utilizaba yo mas que el, la fui modificando y al final quedo una bici bastante decente, ya podía correr carreras y entrenar de verdad.
Mi primera licencia fue de juvenil, tenia 16 años, por entones termine el colegio y comencé a ayudar a mi padre en el negocio familiar, con lo cual el tiempo lo tenia que sacar de donde podía, o sea quitármelo de dormir, me levantaba temprano, cuando comenzaba a haber claridad y salía a entrenar, nos juntábamos dos compañeros mas, Javi, y Felipe, este ultimo un verdadero maquina, este si que podía haber sido profesional, tenia todas las cualidades para ello.
De hecho gano varias carreras en categorías inferiores, y siempre quedaba entre los primeros.
Mis entrenamientos no eran de gran calidad, pues no tenía a nadie que me dijese como mejorar el rendimiento, y el tiempo disponible tampoco era mucho con lo cual mi progresión no era la que yo deseaba.
Mi primera carrera fue en Alcorcon, en un circuito de un polígono industrial, corrían equipos bastante buenos de entones, cada dos vueltas por meta se eliminaba al ultimo corredor, a la segunda vuelta por meta fui eliminado, lo que mas recuerdo de aquella carrera es el olor a zapata quemada al entrar en las curvas, y verme metido en ese monton de hierros a dos centímetros unos de otros y el látigo al salir de la curva, eso ya no era un juego, era real, comenzaba a ser ciclista.
Fueron muchas las carreras en las que participe, nunca gané ninguna ni quede entre los primeros, pero mi ilusión seguía como la primera vez, sabia que nunca seria profesional, tal vez no valía para ello, pero eso ya no me importaba quería seguir dando pedales y seguir sintiendo esa sensación inexplicable de salir a rodar , la libertad que teda la bici, y encontrarte a ti mismo ser el uno para el otro, algo indivisible, algo que forma partede tu vida para siempre.
Ese primer año de corredor juvenil, en un entrenamiento con los compañeros de mi club, tuve un grave accidente, bajábamos un puerto por la zona de el Alberche, y en una curva muy cerrada a derecha, la bicicleta se me salio, fue culpa mía por no tomar bien la curva y por ir demasiado rapido,solamente pude ver como la rueda se salía de la carretera, lo demás ya no me acuerdo, el impacto fue bastante fuerte, solo recuerdo que estaba tumbado boca arriba y sentia mucho calor en la cara, me toque la frente y sentí como mis dedos se hundían en la misma, mal asunto, la sangre no paraba de correr a borbotones de la herida, el primero en llegar a mi fue mi amigo Felipe, me puso un pañuelo en la frente para que parase de sangrar, recuerdo que le coji la mano y le dije quédate con migo, me subieron a la carretera y en un coche particular me llevaron a un pueblo a que me hiciesen las primeras curas después me trasladaron al hospital donde estuve una semana ingresado, con un traumatismo craneoencefálico. Por entonces lo único que llevábamos en la cabeza era la gorra y nada mas, y en competición la chichonera, y porque era obligatoria.
Tarde un tiempo en volver a montar en bici, me daba miedo volver a caerme, pero poco a poco volví a entrenar y a competir.
Recuerdo que ese año mi hermano y yo nos íbamos a ir a Italia. Era un viaje organizado con un grupo para jóvenes, pero por culpa de mi accidente no pudo ser, y nos quedamos sin conocer Italia.
Ese verano del 80 mis padres decidieron que nos marcharíamos toda la familia de vacaciones, era la primera vez que nos íbamos todos juntos, nunca tuvimos la oportunidad de hacerlo porque el trabajo de mi padre se lo impedía y económicamente tampoco se podía, pero ese año, después de mucho tiempo sabíamos lo que eran unas vacaciones en familia.
El sitio elegido fue Galicia, concretamente en la costa de Lugo. Yo solo puse una condición para ir, que me dejasen llevar la bici, sinó, me negaba a ir. Además ya tenia planes para ese verano, estaba invitado por un amigo a pasar ese mes en Los Molinos, pueblo de la sierra Madrileña. Podría montar en bici y de paso ver a una chica que me gustaba mucho; era todo perfecto, pero mis padres insistieron en que fuera con ellos, que me llevaban la bici. Como era la primera vez que estábamos todos juntos de vacaciones, pues vi que era lo más correcto.
Y así fue como al final pusimos rumbo a Galicia a la que sería nuestra casa veraniega.
Para llegar a Galicia en aquellos años tenias que armarte de paciencia, las carreteras eran malísimas, pasando por todos los pueblos que había, lo mas normal para hacer 600km era sobre ocho horas como mínimo. Llegamos a nuestro destino sobre las 5 de la tarde aproximadamente, y creo recordar que salimos de Madrid a las 7 de la mañana.
Entramos por un camino de arena que daba a una casa de 3 plantas yo fui andando para preguntar por la casa y me encontré a una señora a la que pregunté, la cual era la dueña de la casa. Ya nos indicó, y después de las presentaciones nos alojamos en la planta alta de la vivienda, yo guardé mi bici en un sitio que no me daba mucha confianza pero la señora insistía que no pasaba nada, que aquí no robaba nadie, y como mas tarde comprobé era totalmente cierto, podías dejar la bici en cualquier sitio que no la tocaba nadie, hoy ya no lo haría, por si acaso, la cosa ha cambiado mucho.
La casa tenía un patio donde se guardaban los coches y además había un pequeño huerto donde los dueños de la casa cultivaban sus patatas, tomates, etc. Esa misma tarde ví una chica que estaba regando el huerto, era de mi edad, tenia puesto un vestido rosa, era morena, y la primera impresión que me dió era de ser muy seria, eso me hizo no saber que decirle, pero dejando mi timidez a un lado le pregunte: “¿se puede beber?”, a lo que ella me contesto que si, pero que salía con mucha fuerza y me podría mojar.
A partir de ahí la bicicleta salio muy poco del cuarto donde estaba guardada.
Ese verano lo dediqué a estar mucho en la playa y conocer las fiestas típicas de Galicia de las que tanto había oído hablar a mi amigo Pepe, ya que el veraneaba todos los años en Galicia, pues su padre era gallego y fue por ellos por lo que ese año vinimos a esta tierra.
El verano pasó muy rápido, se acercaba el momento de marcharnos para Madrid, pero no me apetecía irme, ese verano me enamore de la chica del vestido rosa, y no quería alejarme de ella, encima la mili estaba a la vuelta de la esquina, ese mes de Octubre me tenia que ir para el CIR. de Cerro Muriano en Córdoba, algo que era inevitable.
Llegó el momento de la despedida, y con mucha pena nos despedimos, sin saber cuando nos volveríamos a ver. Nos escribiríamos y nos llamaríamos por teléfono. Y así fue como con mucha tristeza dejé Galicia, ¡Y eso que no quería venir!
Como no quiero hacer una novela de amor, voy a continuar, cambiando de tema.
Sí, sí me casé con ella. Después de vivir un tiempo en Madrid, nació nuestro primer hijo, y por motivos laborales, decidimos ir a vivir a Galicia.
En la zona donde vivía y vivo, no había ninguna afición por el ciclismo, nadie andaba en bici, las carreteras eran un verdadero desastre, estaban hechas para tractores y carros, no había ninguna tienda de bicicletas, no podía comprar ningún tipo de material. Yo seguía con mi afición, y con las mismas ganas de siempre, pero poco a poco me fui desmotivando, siempre solo, y entrenar… ¿Para que? Aquí no tenía carreras, ni gente con la que salir en bici. Entonces comenzaban a nacer las marchas ciclistas. De las primeras que tuve noticia fueron de las de la zona de Asturias, con más tradición ciclista que Galicia, y así fue como comencé a animarme un poco más.
Mi primera marcha cicloturista fue una que se llamaba Lagos de Covadonga. Yo esos lagos los conocía de la vuelta a España, pero de verlos en la tele. Menudo reto para mi, subir esa mítica cima donde los grandes campeones del pelotón llegaban a fraguar sus grandes gestas ciclistas.
Y para allí que fui, sin mucha preparación y sin el desarrollo adecuado, pero tenia 24 años y entonces me comía el mundo (ahora me lo como pero mas despacio). Subí los lagos con 42x 24.
Creo que fui de los últimos, por aquel entonces podríamos ser 200 ciclistas como mucho, hoy dia somos 3.000 en la salida.
Y poco a poco fueron pasando los años, yo seguía montando en bici pero cada vez con menos ganas, la motivación no era la misma. Conocí otro deporte que me enganchó muchísimo, era el surf, deporte que todavía practico. Por aquel entonces yo y otros cuatro majaras mas de la zona fuimos los pioneros del surf en la costa norte del cantábrico, hoy dia son muchísimos los surfistas que recorren el litoral buscando las mejores rompientes.
Las marchas ciclistas comenzaron a proliferar por todos los sitios, pero yo empezaba a estar cansado de andar solo, y vuelvo a repetir, no tenia ni ilusión ni motivación para entrenar; de vez en cuando salía a dar una vuelta, pero nada serio.
Dejé de lado la bici durante una temporada, allí estaba en el garaje aparcada, ella me miraba y yo la miraba, pero no nos decíamos nada, era como dos novios cuando se enfadan y no saben por qué, y los dos están esperando que uno diga algo, los dos desean volver a estar juntos pero ninguno da el paso para el acercamiento.
Comenzaron a nacer algunos clubs ciclistas por la zona donde vivo, y parecía que las carreteras se animaban un poco con los cicloturistas, pro era pan para hoy hambre para mañana; pero bueno, eso era mejor que nada.
Un dia me acerqué a mi flaquita y le dije: “Bueno que, ¿hacemos las paces y volvernos a querernos como siempre?”. Yo, siempre te he querido y he pensado mucho en ti (qué romántico). Al final volvimos a estar juntos y compartir muchas tardes, poco a poco fui cogiendo la forma de antes, pero todavía me faltaba mucho para estar a un nivel alto. Todo era cuestión de tiempo.
Me fui aficionando a hacer marchas ciclistas, cada vez más y con más prestigio, y así fue como comenzó mi nueva etapa con la bici. Otra mentalidad, otra ilusión, y muchos sueños por realizar, como conocer los pirineos, los Dolomitas Italianos, los Alpes, y todos los retos que se me fuesen poniendo por delante, y en eso estamos. Mi próximo sueño es poder ir a los Dolomitas, y por supuesto que lo haré, si tengo salud para ello.
Estas son algunas de las marchas en las que he participado, y todavía me quedan muchas por conocer, pero poco a poco. Como dijo Napoleón: “Vísteme despacio que tengo prisa”.
La Bilbao Bilbao, Castro Castro, Lagos de Covadonga, Villa de Gijón, Riberas del Eo, Cuenca del Navia, Pardo de Cela, Ruta cicloturista da Mariña, Lale Cubino, La Quebrantahuesos, Tea Sestelo, La Miguel Indurain, La Pedro Delgado, Los Puertos Esmeralda, Memorial Fabio Casartelli, y algunas más que no recuerdo.
Y esto es un poco de mis andanzas por el mundo, que espero seguir aumentando en sabiduría y conocimientos.
Gracias a todo lo que me aporta la bicicleta, y a los amigos que voy conociendo por el mundo.
A todos, gracias por estar ahí.
2 comentarios:
Joder Eladio has conseguido ponerme los pelos de punta con este magnifico relato a medida que ibas contando tu historia se me venían a la cabeza las imágenes.
Al menos tu tuviste suerte los reyes te regalaron una bici aunque fuese de paseo, yo la pedía todos los años y nunca llego, nunca pude tener una bici de niño, yo no entendía como pedía una bici y me traían un caballo u otro animal de cartón, fue una época muy difícil, lo supe con el tiempo.
Bonito autorretrato estas haciendo en tu blog.
Espero impaciente la continuación.
conozco a Eladio desde hace muchos años y aunque creo que lo conozco muy bien, al leer esta crónica de su vida y de sus bicis creo que no sabía hasta que punto la bici forma y formará parte de su vida.Yo desde aquí solo quiero animarlo para que siga con esa ilusión pues aunque hay muchas cosas que forman parte de la vida diaria, tener una ilusión tan fuerte y duradera creo que te hace ser mejor persona o por lo menos más feliz. Animo Eladio , no cambies
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